Buscando

 

por Rusty Priske

Editado por Fred Wan

Traducción de Mori Saiseki

 

 

Algo que se encontraba en todas las cosas la rodeaba, pero si alguien la pidiese que lo describiese, hubiese dicho que no era nada. Estaba sola, pero conectada con todo. Era infinito, pero estaba unida a ello.

Era donde se encontraba más a gusto.

Isawa Kimi se deslizó por la oscuridad… al menos era como su mente lo interpretaba. No había nada entre lo que moverse, e incluso si hubiese habido luz, no había nada que iluminar.

Pero por entre el Vacío, Kimi buscaba. Buscaba algo no visto. Buscaba la verdad desconocida, pero no que no se pudiese conocer. En el Vacío nada no se podía conocer. No era una cuestión de saber, sino de entender.

Kimi buscaba las pequeñas luces, que no eran luces, que mostraban donde cada persona o ser se adentraban en el Vacío. Su mente daba a cada una de ellas colores, traduciendo lo que era más parecido a una sensación a algo que pudiese definir, o relacionarse con. A través de estos colores veía emoción y a veces la verdadera esencia de quienes eran.

Llevaba buscando a Kali-ma desde hacía muchísimo tiempo.

Esto era muy peligroso. Los conocimientos Fénix eran inmensos pero sabían muy poco de este dios foráneo. Era posible que ella tuviese grandes poderes dentro del Vacío. También era posible que la búsqueda de Kimi fuese infructuosa porque Kali-ma no tuviese ningún tipo de conexión con el Vacío.

Buscaba.

Buscaba más allá de la ira, de los celos, del temor – cosas que la gente de Rokugan preferiría mantener ocultas. Las dejó así. Una de las primeras lecciones que aprendió de Shiba Ningen es que los secretos de la mente deberían permanecer así. Eran las acciones, no los pensamientos, los que dictaban el lugar de una persona en el mundo. Sus pensamientos dictaban su lugar en el universo, y la humanidad no debería interferir en ello.

Entonces encontró lo que buscaba.

Que le llevase tanto tiempo a Kimi encontrar a un ser de tan gran poder debería haber sido sorprendente pero cuando se dio cuenta de lo que estaba buscando, tuvo mucho más sentido. Donde Kali-ma tocaba el Vacío quedaba indicado por hilillos negros. No de un negro humo o de un negro tinta, sino de un negro total – negro absoluto. Dentro del Vacío esto hacía que fuese casi imposible de percibir. Pero una vez discernido, era como si Kimi no pudiese comprender como no lo había visto antes. Al descubrir lo que buscaba, podía percibir el exultante canto fúnebre que indicaba su presencia. Era una música terrible, siniestra.

Pero una vez que encontró esta esencia, se aferró fuertemente a ella, algo difícil porque se sacudía de un lado a otro violenta y poderosamente. La música se elevaba y decaía sin precio aviso, como si buscase escapar su percepción.

Los hilillos se extendían desde el centro en una red que ondulaba y se entremezclaba, como si intentase tocar todos los puntos del Vacío que pudiese alcanzar.

Kali-ma no estaba explorando el Vacío. Era solo una representación de su espíritu, tan oscuro y foráneo como era.

Kali-ma estaba buscando algo. Kimi podía sentir el ansia y la ambición tras la búsqueda.

La Maestra del Vacío sabía que todo Rokugan necesitaba encontrar antes que ella aquello que Kali-ma estaba buscando. Todo podría depender de ello.

 

 

“Mis disculpas, Yutako-san. Es la hora.”

Isawa Yutako levantó la vista de su mesa de trabajo con ojos cansados, evaluando a los tres Fénix que la estaban esperando. “¿Tan pronto?”

Shiba Morihiko miró al hombre que estaba a su cargo, Agasha Asai, quien dijo, “Han pasado tres días, Yutako-san.”

Un destello de sorpresa cruzó la cara de Yutako. Rápidamente desapareció y suspiró profundamente. “No me había dado cuenta.”

Asai miró a Isawa Toshiji, el tercero del grupo. “Has dormido desde la última vez que te vimos, Yutako-san?”

La shugenja del agua pensó durante un momento y luego dijo, “Eso creo – en cualquier caso unas pocas horas. Pero esta visita es diferente. No me esperaba a Toshiji-san. ¿Hay algo que no se me dijo tras la última inspección?”

Toshiji se inclinó levemente. “No te tomes mi llegada como preocupante, Yutako-san. Es verdad que habitualmente no asisto a una prueba rutinaria, pero estos ya no son tiempos rutinarios. Los estudios que prosigues son peligrosos y vivimos en tiempos peligrosos. Asai-san llevará a cabo la prueba, por supuesto. Solo deseo observar.”

Una cansada sonrisa apareció en la cara de Yutako. “Por lo que no debo preocuparme de la sentencia que hay sobre mi, ¿no es así?”

Toshiji no contestó en el mismo tono ligero. “Comprendes mi papel. El clan debe ser protegido. Las consecuencias que acarrearás por llevar a cabo tu investigación son desconocidas. Si fallases, si te vieses comprometida, o si yo sentencio que es necesario, protegeré tu alma, sean cuales sean las consecuencias para tu vida.”

Yutako puso una mueca. “El imperio tiene suerte que no seas el responsable de la investigación. Esta investigación es supervisada de cerca por uno de los Maestros. ¿Acaso cuestionas la decisión de Asako Bairei de asignarme esta tarea?”

Toshiji no dijo nada.

Asai interrumpió antes de que Yutako pudiese responder a la silenciosa respuesta del juez. “Estoy seguro que todos estamos de acuerdo sobre que la prueba es necesaria.”

El cuerpo de Yutako se hundió un poco mientras volvía a concentrar su atención sobre el inquisidor. “Por supuesto. Es de interés para todos.”

“Para adecuar la prueba, necesitamos saber hasta donde te has expuesto. ¿Has tocado el pergamino negro en los últimos tres días?”

“Si… con las precauciones adecuadas.” Yutako miró hacia Toshiji, cuya cara mostraba que no creía que hubiese ninguna precaución que pudiese considerar suficiente.

“¿Has leído lo que está contenido en el?”

“Por supuesto que no. No me arriesgaría a abrir el pergamino.” Yutako parecía enojada por la mera sugerencia de ello.

Asai solo asintió. “Por supuesto. Ahora, si solo te quedas inmóvil mientras te hago la prueba.”

 

 

Isawa Mitsuko estaba sentada pacientemente, esperando a que Isawa Kimi saliese de su habitación. Ella no dio indicación alguna de que estuviese allí, y sabía que no necesitaba hacerlo. Kimi lo sabía y si no salía era porque estaba indispuesta.

Mitsuko simplemente esperó.

Cuando Kimi abrió, deslizándolo, el panel que daba a su habitación no mostró sorpresa alguna que la otra Maestra ya estuviese presente, ni ofreció disculpa alguna por haberla tenido esperando. Su adusta expresión le dijo a Mitsuko que su aprehensión era merecida.

“Tengo noticias.”

Mitsuko asintió. “Lo había sentido.”

“La presencia de Kali-ma no es un accidente de conquista. Busca algo específico. Llega a Rokugan para encontrar algo que se encuentra dentro de nuestras fronteras.”

Mitsuko elevó las cejas. “¿Quieres decir la frontera Fénix o la de Rokugan?”

Kimi frunció los labios. “Eso no está claro. Definitivamente Rokugan, pero hay ciertos signos que la conectan con nosotros.”

“Eso es preocupante, pero también un alivio. Si está aquí lo que busca Kali-ma, entonces necesita abrirse camino luchando a través de casi todo el imperio antes de poder llegar a su objetivo. Eso nos da un tiempo, como mínimo, para descubrir que es lo que busca.”

Kimi asintió. “El tiempo es algo que nunca se ahorra fácilmente. Creo que ha llegado el momento de hablarlo con los demás Maestros, y rápidamente.”

 

 

Agasha Kamarou estaba sentada en posición de loto y lanzó su espíritu al mar. La sensación de lanzar su espíritu a las aguas del mundo no fue tan natural como solía ser. La sensación era como si estuviese nadando mientras cargaba con algo pesado. Sin abrir los ojos sabía que era la presencia de la mujer que estaba sentada frente a ella. El vestigio de su conciencia que permanecía en la sala detectaba los sutiles cambios de postura que su pariente Kokiden constantemente hacía. Su espíritu estaba demasiado consumido por asuntos de naturaleza política, sintió Kamarou. Ojalá hubiese regresado Kokiden a la Ciudad Imperial, el hogar que ella prefería, antes que el señor Bairei y la señora Mitsuko hubiesen decidido que se hiciese este experimento. Fuesen cuales fuesen sus sentimientos, parecía que Kokiden poseía las habilidades necesarias, o al menos la necesaria perspicacia política, para ser dada esta misión por parte de uno de los Maestros. Sin duda se beneficiaría mucho de este honor cuando regresase a Toshi Ranbo.

Kamarou luchó por liberar su mente de preocupaciones mundanas y se sumergió en el mar de los espíritus que era el vasto océano que estaba a poca distancia de allí. Sintió la costa arenosa de las tierras Fénix, y la afilada y recortada presencia de las islas cercanas a la orilla. Nadó por los mares del mundo, buscando la presencia de algo nuevo. Ya esa sensación le resultaba familiar, pero aún así la sentía diferente. Fue hacia las Islas Mantis, segura que esta vez, al contrario que todas las demás, tendría éxito.

El Trueno estaba allí. Podía sentirle. Se acercó a él, buscando entendimiento, buscando comunión, y entonces la barrera estaba allí. Fuese lo que fuese que los shugenja Yoritomo de la Isla de la Tempestad hubiesen hecho para proteger al Trueno de los forasteros no solo le protegía, sino que también impedía a todos los forasteros llegar hasta él. La frustración y el resentimiento se elevaron del espíritu de Kamarou, pero luchó para dejarlos a un lado. Intentó buscar algo, cualquier cosa, que la permitiesen alcanzar al Trueno.

¿Qué era eso?

Incluso dentro de la barrera, el Trueno estaba enfurecido como un huracán. Podía sentir como se agitaba contra su alma, intentando alcanzarla, quizás incluso consumirla, mientras deseaba comprenderle. Era como si ella estuviese cerca de una casa que estuviese ardiendo a medianoche. Pero también, había algo más. Una sensación de pinchazo que ella había previamente ignorado. En algún lugar lejano, había otro trozo de Trueno. Apenas podía sentirlo, como una lámpara en la ventana de una casa a muchos kilómetros de distancia. Titubeó, y luego fue hacia el.

Kamarou no estaba segura de cuanto tiempo luchó por el Trueno. Era como si su espíritu estuviese extendido tanto que se empezase a rasgar, y relámpagos de frío dolor empezaron a surgir por todo su cuerpo. Puso la sensación a un lado, pero no la pudo ignorar del todo. Ahí estaba Trueno, y ella lo conocería. Sintió la ayuda de Kokiden empujándola hacia delante, permitiéndola llegar más allá que antes, mientras Kokiden se retiraba para evitar el mismo dolor que ella sentía.

Entonces ahí estaba Trueno. Fue hasta él, su espíritu en su límite absoluto, y el Trueno fue a llenar su alma. Jadeó y dio espasmos donde estaba sentada, el dolor consumiéndola. A pesar de ello, vio algo, algo imposiblemente lejano.

“¿Qué es esto?” Susurró Moshi Kinyo. “¿Quién es?”

Las sensaciones la volvieron de golpe cuando Kamarou abrió los ojos, su espíritu volviendo hacia su cuerpo con un ansia que nunca antes había conocido. Instintivamente, contra su voluntad, se puso en pie y trastabilló por la habitación, tirando una mesa y rompiendo una vasija. “¿Qué pasa?” Kokiden estaba a su lado. “¿Qué ha pasado? ¿Qué fue ese susurro?”

Kamarou vomitó, causando que Kokiden se retirase horrorizado. Se llevó la mano a la cara y cuando la apartó estaba llena de la sangre que brotaba de su nariz. “Algo,” jadeó… “algo ha ocurrido.”

 

 

“¿Y el veredicto?”

Asai miró hacia Toshiji y después otra vez a Yutako. “Tus precauciones fueron adecuadas, Yutako-san. El pergamino negro no te ha afectado de ninguna forma.”

“Al menos que los inquisidores puedan detectar.”

Yutako se volvió hacia Toshiji. “¿Estás poniendo en cuestión la efectividad de los métodos de los inquisidores, Toshiji-san? ¿Juzgarás ahora basándote en tus propios prejuicios en vez de en el trabajo de aquellos encargados con la protección de tu clan e imperio?”

La impasible cara de Toshiji no cambió. “Los Inquisidores son muy efectivos detectando los efectos de la mancha. A mi me preocupan los crímenes más insidiosos. Estas pruebas no detectan cosas como la ambición o la imprudencia.”

“Estoy segura que esos métodos son suficientes – igual que estoy segura que los Maestros nunca permitirán que tu miedo a lo desconocido detengan nuestros estudios. La suerte del imperio puede recaer en lo que encontremos. Es algo bueno que se nos permita hacer lo que necesitamos hacer.”

“Nunca estaría en contra de lo que es mejor para el imperio. Solo que no estoy seguro que estemos de acuerdo en que es lo mejor.”

Una vez más, Asai perturbó el fluir del argumento. “Las pruebas se han completado. Volveremos, Yutako-san. Intenta dormir más. Sabes tan bien como los demás la importancia de una cabeza clara cuando se trabaja con este tipo de fuerzas.”

Yutako se inclinó. “Por supuesto, Asai-san. Tu preocupación es bienvenida.”

Muy pronto Yutako volvió a estar sola y se volvió hacia su mensa de trabajo. Con una floritura inconsciente quitó la tela para descubrir el pergamino negro que estaba oculto debajo. Miró hacia donde la esquina del pergamino había sido abierta para poder mirar la superficie del papel. Sabía que si Toshiji supiese que había hecho eso hubiese intentado arrestarla. Él no tenía ni idea de la importancia de sus estudios o de hasta donde llegaría para encontrar los conocimientos que necesitaba.

Conocía los riesgos y sabía lo que necesitaba hacer para protegerse de ellos.

Entonces vio algo que no había visto antes. Se inclinó hacia delante y miró de cerca el pequeño espacio donde había abierto el pergamino.

Dio un grito ahogado.

Se sentó y pensó durante un momento ates de inclinarse y volver a mirar el pergamino.

Finalmente se reclinó, exhaló rápidamente y luego desenrolló el pergamino.

 

 

Isawa Ochiai agitó la cabeza. “¿Cómo podemos estar seguros?”

Kimi estaba sentada, impasible, como era habitual en ella. “Estoy segura que busca algo. El Vacío me lo reveló. Esto también concuerda con el comportamiento observado en el frente.”

Ochiai asintió. “Si, ¿pero cómo podemos asegurarnos que sabemos lo que busca?”

Asako Bairei iba de un lado a otro por detrás de ellos. “Los signos son inequívocos. Están bien documentados y cada uno de nosotros ha informado haberlos visto, en sueños o aquí en el mundo físico.”

Isawa Emori estaba sentado con las piernas cruzadas. Su postura era informal pero los demás Maestros habían aprendido a no asumir nada sobre sus pensamientos basándose en su lenguaje corporal. “Los signos están ahí. Ella busca el pergamino negro.”

Ochiai frunció el ceño. “¿Pero estamos seguros? Si concentramos todos nuestros esfuerzos en el pergamino, ¿estaremos pasando por alto algo más? He leído también los informes y parece como si Kali-ma buscase algo bajo las tierras Escorpión. El progreso de los Destructores se ha ralentizado significativamente desde que dejaron las tierras Cangrejo, y no solo ha sido debido a los esfuerzos de Benjiro y Shigetoshi. Si ella estuviese buscando el pergamino estaría enviando ataques contra nosotros. Incluso el Ejército del Fuego Oscuro se ha concentrado más en los Dragón que en los Fénix.”

Mitsuko hizo un gesto como si estuviese a punto de decir algo, pero fue interrumpida por un ruido en la entrada de la sala.

Bairei dejó de pasear y luego dijo, “Dejadla entrar.” Yutako pasó junto al yojimbo que había bloqueado su acceso y su Maestro dijo, “¿Qué pasa, Yutako? Sé que no nos interrumpirías sin una buena razón.”

Al principio, Yutako no dijo nada, pero sacó el pergamino negro de debajo de su túnica.

Tres Maestros rápidamente se envolvieron en su poder, al ver la amenaza expuesta ante ellos. Solo Kimi y Bairei no adoptaron posturas defensivas.

Ochiai dio un grito ahogado, “¡El pergamino ha sido abierto!”

Bairei hizo un gesto a los demás para que retrocediesen, “¡Yutako! ¿Qué significa esto? ¡Explícate rápidamente!”

Yutako se inclinó. “Este pergamino ha sido abierto, pero no ha sido hoy y la amenaza no es ahora mismo. Este pergamino es viejo, muy viejo. La información que nos han dado es que este pergamino fue creado por el ritual que usted creó, Master Bairei, y que fue responsable de la victoria de Seppun Tashime sobre Kyoso no Oni. Eso simplemente no puede ser, por lo que ahora sabemos del pergamino que tengo en mis manos.”

Emori frunció el ceño. “¿Qué? ¿De dónde ha salido este pergamino?”

“Es un antiguo artefacto de origen desconocido con habilidades significativas, que en este momento no comprendemos. Debéis conocer una relativamente reciente aparición en el Imperio de artefactos parecidos.”

Bairei se frotó la frente. “La Tumba de los Siete Truenos,” dijo sombríamente. “Se sacaron tantas cosas de allí que fueron devueltas al Imperio. Debía ser una de ellas.”

“¿Cómo puede ser que un Pergamino Negro haya sido sacado de la Tumba sin que nadie haya informado de ello?” Preguntó Ochiai. “¿Quién podría ser tan estúpido como para ocultar una cosa así?”

“Los Escorpión nunca revelaron la naturaleza de los artefactos que sacaron de la Tumba,” observó Bairei.

Las manos de Mitsuko cayeron a sus costados. “Hemos sido engañados.”

Emori asintió. “Los Escorpión debieron sustituir los pergaminos para quedarse con el que no fue abierto por sus propios intereses. Y si este ha sido abierto…” dejó el comentario sin terminar.

Bairei pasó ambas manos por su largo pelo negro. “¡Esto es una locura! ¡El peligro para el imperio es incalculable! ¡Debe ser estudiado por nosotros!”

Kimi levantó una mano. “El peligro no solo está en el pergamino. Kali-ma lo busca y si estamos en lo cierto está en manos de los Escorpión.”

La boca de Emori se abrió levemente. “Está prácticamente a sus pies.”

Kimi asintió. “Y si no encontramos el pergamino antes que ella, se podría perder todo.”