Carta a las Tierras Sombrías #20
Compañeros servidores de Fu Leng,
Que hoy seáis dignos de las bendiciones del Noveno Kami. Soy Chuda Ecire, servidor
del señor oscuro Daigotsu. Las criaturas que llevan mis mensajes son leales
vasallos de Omoni, y se puede confiar en ellos para que regresen con cualquier
mensaje que necesitéis que vuelva a la Ciudad de los Perdidos.
Sin duda habéis oído y visto la desafortunada verdad a la que nos enfrentamos. Las
mayores bestias de Jigoku rehúsan doblar la rodilla ante el justo heredero de Fu
Leng, Daigotsu. Creen que son los hijos elegidos del Dios Caído, y han jurado
terminar con el reinado de Daigotsu. Su derrota será tan gloriosa que nunca se
habrá visto algo igual, y cuando estén cara a cara con Fu Leng en Jigoku, finalmente
comprenderán su error.
Más allá de nuestras tierras, nos representan los vasallos elegidos por Daigotsu.
El débil honor y las convenciones sociales que los estúpidos de Rokugan permiten
que les aten serán su destrucción, ya que si a los descendientes de los
hermanos de Fu Leng se les permite tener las tierras del Emperador, entonces
también debería ser así para los seguidores de Fu Leng. No nos pueden rehusar, ya
que hacerlo debilitaría aquello que tanto estiman. Negarnos les destruye. Aceptarnos
les destruye. Es segura nuestra victoria.
Hay reinos más allá de este. Aquellos que han sido bendecidos por Fu Leng con
la dádiva de la profecía han visto una poderosa fuerza que regresa a nosotros. Se
despiertan gritando, el sonido de los cascos de caballos y una infernal risa
resonando en sus mentes. Llega el heraldo de Fu Leng, y estará al lado de
Daigotsu cuando la oscuridad caiga sobre el mundo.
Que la oscuridad reine para siempre.