Noche en la Aldea

 

por Rusty Priske

Editado por Fred Wan

Traducción de Mori Saiseki

 

 

Hida Fosuko maldijo sus piernas desnudas cuando una rama de un árbol caído dejó su marca en su pantorrilla. No era que la preocupase que un arañazo así la ralentizase debido al dolor – apenas se daba cuenta – pero había rumores de que algunos de los Destructores podían oler la sangre. Necesitaba detenerse y vendarla, por muy pequeña que fuese la herida.

No tenía miedo a las cosas contra las que luchaba. Se recordó a si misma de eso mientras apretaba el trozo de tela alrededor de su pierna. Las cosas que había visto no eran distintas de cualquier enemigo que amenazase a los Cangrejo.

Podían ser matados.

Podían ser derrotados.

Pero las cosas que había visto…

Una repentina ráfaga de viento corrió por entre los árboles, distrayendo a Fosuko de sus oscuros pensamientos. Se irguió, mirando sospechosamente a los árboles a través de la penumbra. Era solo el viento, claro, pero…

“Baja tu arma, por favor. Ese martillo de guerra parece pesado y ninguno de nosotros quiere que pase nada desafortunado.”

Fosuko giro rápidamente la cabeza al escuchar la voz, pero no podía encontrar su fuente entre la oscuridad del bosque. “Sal donde te pueda ver y ya decidiré donde descansará el peso de este martillo.”

“Comprensible, pero ten la seguridad de que no te quiero hacer daño.”

Al principio, Fosuko apretó con más fuerza el arma al ver la lasciva mirada y los afilados dientes que surgían de la oscuridad. La ilusión desapareció rápidamente al darse cuenta que era el rostro de un mempo Escorpión. Se relajó, pero solo un poco. “¿Qué estás haciendo aquí, Escorpión? ¿Has venido a luchar la verdadera guerra?”

“Si, estamos luchando la verdadera guerra, pero no la que tu te refieres. Soy Bayushi Mago, ¿y tú eres?”

“Hida Fosuko. Había oído que los Escorpión estaban reforzando nuestras líneas, pero no me lo podía creer.”

“Desearía tener tiempo para explicarte, en profundidad, lo equivocada que estás, pero deja que empiece preguntándote cuanto tiempo llevas separada de tu unidad, porque no estás donde te crees que estás. Este es territorio Escorpión, no Cangrejo, aunque muy pronto no habrá diferencia entre ambos si no se repele a los Destructores.”

Fosuko puso una mueca de dolor. Se había dado la vuelta tras su último encuentro con esas… cosas. “¿Y cómo es que has dado conmigo en la oscuridad?”

“Te estábamos buscando. Bueno, no a ti exactamente. Teníamos que asegurarnos que no había aldeanos deambulando por el bosque.”

“No paras de hablar en plural. ¿Dónde está el resto?”

Mago miró a la Cangrejo durante un instante y luego hizo un gesto con su mano. Casi instantáneamente un Escorpión pareció derretirse de entre las sombras y apareció al lado de Mago.

Fosuko asintió. “¿Solo sois dos?”

“No.” Una nueva voz susurró en su oído, justo detrás de su cabeza. Sorprendida, giró su martillo en un arco mientras daba un salto alejándose de donde estaba. El tercer Escorpión la estaba mirando, a una distancia prudencial, como si nunca hubiese estado lo suficientemente cerca de ella como para alcanzarla.

Mago habló, rompiendo la tensión. “Ese es Soshi Ganrou. Este es Soshi Mayumi. Ninguno de nosotros quiere hacerte daño. Se te ha autorizado. Pero debes venir con nosotros. No podemos asegurar tu seguridad aquí.”

“Mi seguridad no debe preocuparte, Escorpión.”

“La verdad es que si nos preocupa. No es altruismo lo que nos ha traído hasta aquí. Preferimos asegurar ahora tu seguridad, en vez de luchar luego contra ti. Sentimos un gran respeto por la fuerza de los Cangrejo, pero la fuerza no es suficiente para protegerte de la plaga.”

La espalda de Fosuko se puso tensa y su frente empezó a sudar. “¿Plaga?”

Mago asintió. “Si, pero no te preocupes. Ganrou y Mayumi han pedido a los kami del aire que extiendan su protección a ti también. Quédate con nosotros y haremos que la infección no te alcance.”

Fosuko pensó durante un momento y luego asintió. “¿Adónde vamos?”

 

 

La aldea estaba en silencio, pero esto no era inusual en si mismo, debido a lo tarde de la hora. Pero Fosuko sentía que la tranquilidad era demasiado absoluta. No podía escuchar a animales rascando el suelo o las paredes de los edificios y ningún centinela cuestionó su llegada. De hecho, con su proximidad a la lucha en tierras Cangrejo, la falta de un perímetro defensivo mostraba o una gran arrogancia o una mayor ignorancia… o algo completamente distinto.

Mago habló en voz baja con Mayumi. Mientras lo hacía, Fosuko notó que Ganrou ya no estaba con ellos. Se había ido sin decir nada ni haciendo ningún ruido.

Mago se giró hacia la Cangrejo y dijo, “Sabemos que aquí hay infección, pero no sabemos lo infectada que está la aldea. Es nuestro deber detener la expansión de la infección.”

“¿Por qué no sencillamente quemar totalmente la aldea?”

Mago asintió. “Normalmente lo haríamos, pero seguir esa senda pronto dejaría en llamas todas nuestras tierras.” Se detuvo para que calase lo que implicaban sus palabras. “Si pensásemos que el destruir nuestras tierras salvaría al imperio, lo haríamos, pero la plaga no está limitada a los Escorpión, por lo que debemos contenerla usando otros métodos.”

“¿Qué métodos?”

“Me temo que no puedo hablarlo contigo. Ten la seguridad que los Fénix no son los únicos shugenja que están hurgando en los misterios de esta enfermedad y en sus víctimas.”

“¿Entonces cuál es ahora nuestro objetivo?”

“Necesitamos permanecer juntos para que se mantenga la protección de Mayumi. Barreremos la aldea, eliminando a todos los infectados o a los que potencialmente puedan infectarse. Buscamos a una de esas cosas que parezca que es su líder.”

Fosuko levantó las cejas. “¿Líder? ¡Los infectados son estúpidas criaturas a las que solo las mueve un ansia de sangre!”

Mago solo miró a Fosuko durante un largo momento y luego dijo, “Quédate cerca de Mayumi y mantén a mano ese martillo de guerra.”

La Cangrejo agitó la cabeza y se unió a los Escorpión mientras estos se acercaban a la aldea. Preguntó, “¿Cómo se llama esta aldea?”

“¿Importa?”

 

 

El primer edificio en el que entraron estaba abandonado, igual que el siguiente. En el tercero encontraron a un hombre encorvado sobre otro aldeano. La persona en el suelo tenía el estómago abierto y con varios órganos internos expuestos al aire. El hombre agachado sobre la carnicería tenía sangre cubriéndole la cara y el pecho. Cuando le interrumpieron dejó caer de su boca algo irreconocible.

Mago soltó, “¡No dejéis que alerte a los demás!” Corrió hacia delante, moviendo su katana en un arco descendente, pero la criatura saltó hacia atrás, con una agilidad inverosímil en un campesino de su envergadura.

Fue entonces cuando Fosuko vio como la piel del aldeano le colgaba de los huesos, suelta y faltándole en algunos sitios. Abrió su boca y sangre y saliva cayeron en una rociada de coágulos. Un agudo aullido, totalmente irreconocible como algo que alguna vez pudo ser humano, surgió de entre rojos y negros dientes. El sonido se alargó un momento antes de que un golpe de Fosuko dejase su cabeza como una masa informe.

“¡Tenemos que darnos prisa!” La voz de Mago goteaba urgencia mientras Mayumi murmuraba invocaciones a los espíritus del aire.

“¿Qué estás haciendo?”

Mayumi miró a Fosuko como si fuese una niña molesta. “Asegurándome que no acabo como él. Y ahora, a no ser que quieras quedarte aquí sola, síguenos, rápido.”

Mago ya se había dirigido a la entrada del edificio y observaba la calle buscando algún movimiento. “Cruzaremos a un almacén que hay al otro lado. Hay movimiento por nuestro flanco izquierdo, pero no desatendáis el derecho. Nos vamos… ¡ahora!”

Los tres salieron corriendo hacia su objetivo. El primer ataque vino de su izquierda, como habían predicho. Mago esquivó cuando una de las criaturas saltó hacia él, pero pagó por su temeridad con un rápido contraataque de la katana del samurai que le separó la cabeza de los hombros.

“¡Es un engaño! ¡Vigilar el flanco derecho!” Tan pronto Mayumi gritó estas palabras, se convirtieron en realidad. Uno de los muertos andantes intentó lanzarse sobre el shugenja pero su mano extendida unida a una invocación envió energía por el cuerpo de la cosa que lo disolvió en un relámpago de luz.

Fosuko se sacudió esta visión para recibir el siguiente ataque con su martillo de guerra. Golpeó en el pecho a un enemigo que corría y le envió a unos seis metros de distancia.

Y luego vio como la horrible y rota criatura conseguía ponerse en pie.

“¡La cabeza!” Gritó Mayumi. “¡Tienes que apuntar a la cabeza!”

“¡Hemos llegado! ¡Entrar!”

Los tres entraron corriendo en el edificio y los ojos Mago observaron todo antes de decir, “¡Ayudarme con esto!” Fosuko y él empujaron una gran caja y la pusieron ante la puerta. Mago observó la improvisada fortificación mientras todos escuchaban arañazos y golpe en la puerta. “Este es uno de los pocos edificios que ofrece algo de protección. Paredes de madera en vez de papel les mantendrá fuera algún tiempo, pero saben que estamos aquí.”

Mayumi se volvió hacia Fosuko. “¡Y si no nos vas a ser de ayuda, deberíamos haberte dejado en el bosque!”

Los ojos de Fosuko centellearon. “¡Hubiese sido de ayuda recibir la información necesaria antes de que esas cosas atacasen! ¿Y qué hay de ese pequeño truco mágico que hiciste ahí fuera? ¿Si puedes hacer eso, por qué no lo haces a toda la aldea?”

“Podría matar a todas esas cosas, pero cuando lo hago es mucho más difícil mantener el escudo contra la infección. ¿Preferirías que dejase el escudo?” Mientras chillaba, Mayumi señaló a las salpicaduras de sangre provenientes de los zombis de la plaga matados por la Cangrejo.

“¡Basta!” Ladró Mago. “¡Tenemos suficientes cosas de las que ocuparnos sin que vosotros dos os peleéis! Mataros luego, si conseguís vivir después de matarles a todos. ¿Lo entendéis?”

Mayumi frunció el ceño pero luego asintió levemente. Fosuko simplemente dijo, “¿Hay algo más que deba saber? ¿Cómo dónde está Ganrou?”

Mago se detuvo y luego dijo, “Ganrou tiene su propia misión. No debes preocuparte por él. Solo debemos preocuparnos por…” Mago dejó de hablar y su cuerpo dio un espasmo. Intentó coger algo que tenía en la espalda y trastabilló un poco hacia delante para que sus compañeros pudiesen ver la criatura que tenía abrazada a la parte posterior de su cuello.

La cosa que antes había sido un hombre tenía los dientes enterrados en el cuello de Mago mientras el Escorpión intentaba frenéticamente arrancárselo de ahí. Mayumi gritó, “¡Quítaselo! ¡Debo mantener nuestras guardas o será su fin!”

Fosuko consideró durante un segundo su martillo de guerra pero al darse cuenta de que no había forma de golpear al zombi sin matar también a Mago, lo soltó y agarró a la criatura con ambas manos. Plantó su bota en la espalda de Mago y arrancó a su atacante de donde estaba, dejando un reguero de sangre cuando se soltó. Lanzó la bestia al suelo y se fue hacia ella con su katana, rápidamente desenvainada, y separó su cabeza de su cuerpo, dejándola caer en un charco de sangre, mucha de la cual pertenecía a Mago.

“Edi…ficio… no es… seguro.” Jadeó Mago.

“Aguanta, Mago-san. Tengo que asegurarme que la infección no te alcance. ¡Aguanta!” Mayumi murmuró inteligiblemente para los oídos de Fosuko antes de mirar al Cangrejo y agitar la cabeza.

“Por favor… no… debemos…” Mayumi entendió las palabras de Mago y le ayudó a ponerse de rodillas. Luego miró a la Cangrejo.

“Debes ser su kaishakunin. Date prisa.”

Fosuko cogió la katana de Mago mientras Mayumi le ayudaba a desenvainar su tanto. La Cangrejo miró al gravemente herido Escorpión. “Lo siento, Mago-san.”

“Solo… acaba… misión.”

Y se hizo.

“No podemos quedarnos aquí.” Dijo finalmente Mayumi.

“¿Cuál era el plan para salir de la aldea?” Mayumi miró a Fosuko y la Cangrejo dijo, “Oh.”

“No,” dijo el Escorpión, “no era así. Solo es que Mago conocía el plan. Tenía algo que ver con Ganrou. Supongo que vendrá a nosotros cuando llegue el momento.”

Los ojos de Fosuko mostraron que no estaba tan segura sobre eso. “¿Qué hacemos hasta entonces?”

“Lo que vinimos a hacer. Seguir matando estas cosas.”

“Estoy de acuerdo, pero eso no parece un plan demasiado elaborado.”

“Eso es porque nosotros no somos el plan. Somos la distracción.”

Fosuko se dio cuenta. “Entonces tenemos que esperar a Ganrou, pero…”

Mayumi asintió. “Aquí dentro no somos una muy buena distracción.”

 

 

Fosuko movió la katana de Mago como si fuese un campesino segando trigo, acabando como todo lo que se acercase a ella. Mayumi caminaba dos pasos detrás, arriesgando su postura defensiva cada vez que tenía que hacerlo, forzando a que saliese la no-vida de todo aquel al que pudiese llegar. Consiguieron salir de la puerta del almacén y pasaron junto a la puerta de una pequeña casa de cerveza que había en el edificio de al lado.

“¿Quieres parar para beber algo?” Le dijo Fosuko al shugenja.

“Los Cangrejo tenéis unas interesantes prioridades. ¿Qué tal si lo hacemos cuando salgamos de aquí?”

“Tu pagas.” Fosuko miró por encima de su hombro. “¡Cuidado!”

Un grupo de criaturas destrozadas por la plaga atravesaron la pared delantera del siguiente edificio, detrás de Mayumi. Cuando el Escorpión se giró se vio abrumado por tres de las criaturas saltando sobre él, tirándole al suelo con su peso. Cuando Fosuko se dirigió hacia él se vio interceptada por más criaturas, a las que mantuvo a raya con su reluciente katana. Podía ver a Mayumi luchando contra las bestias, pero también vio sangre… demasiada sangre.

Entonces, uno de los zombis corrió hacia la Cangrejo, lanzándose sobre su espada, forzándose hacia su mano. Cuando la katana surgió de la espada del zombi, otro hizo lo mismo.

Ella sabía cuando una pelea estaba perdida y soltó la katana y agarró el martillo de guerra que tenía a la espalda. Era demasiado tarde. No sería capaz de golpearles antes de que se abalanzasen sobre ella. Susurró una oración a Hida para que muriese completamente y no se volviese a levantar, como estas burlas a la vida.

La primera en acercarse cayó de repente, mientras su cabeza se apartaba de sus hombros. Fosuko vio un relámpago plateado mientras el zombi caía pero luego desapareció y el siguiente zombi cayó.

“Necesito tu ayuda.” Soshi Ganrou estaba junto a Fosuko, un trozo de cordel de plata alrededor de cada mano.

“¿Necesitas mi ayuda?”

“No podemos salir de aquí y no he podido localizar al líder. He iniciado el plan secundario. He colocado ciertos objetos en ciertos lugares alrededor de la aldea. Si puedo activar esto,” sacó lo que parecía un huevo de plata, “haré que estallen todos, y la aldea será destruida.”

Fosuko apretó los dientes. “Hazlo.”

“Pretendo hacerlo, pero si no lo hago justo en el centro de la aldea no estallarán todos y todo esto habrá sido por nada.”

“Entonces te llevaré allí.”

 

 

Hida Fosuko luchó como una mujer poseída mientras golpeaba con su martillo de guerra como si fuese a asaltar una montaña, dejando un rastro de vísceras detrás de ella. Soshi Ganrou luchó con la misma ferocidad, pero donde Fosuko usaba músculo y tendones, él usaba agilidad y elegancia.

“Treinta metros más… allá.” Un grupo de muertos, como si pudiesen sentir el objetivo del ninja, estaban en su camino.

Fosuko asintió. “Sígueme.” Se adelantó, usando su cuerpo como un arma, tanto como el martillo de guerra. Cayó, arrastrando a muchos de los zombis con ella. Al hacerlo sintió como su piel se rasgaba bajo sus dientes y garras. Si tenía alguna idea de acabar abandonando la aldea, acabaron ahí.

Al caer vio como Ganrou saltaba por encima de ella y corría hacia su objetivo.

Sacó el huevo de su túnica y se preparó para activarlo. A pocos metros de su objetivo se cayó al suelo y sintió un fuerte dolor en la muñeca. La miró y había un muñón donde antes había estado su mano. Trastabilló unos pocos metros más y metió en su axila su sangrante brazo, intentando detener la pérdida de sangre para poder acabar con su misión.

Vio su mano cortada en el suelo, que aún agarraba el huevo, a cierta distancia suya. Sobre ella estaba uno de los muertos. Una máscara de tela colgaba inerte de su podrida cara y de sus manos colgaba un cordel de plata, muy parecido al que había usado Ganrou. La deshilachada tela que antes había sido una túnica era de color negro, con un forro rojo oscuro. Ganrou no podía ver un anagrama, pero no lo necesitaba. Esta cosa antes había sido un Escorpión, y por la forma en que sostenía el cordel, había sido entrenado en la misma escuela que Ganrou.

Ganrou se lanzó hacia el huevo con sus últimas fuerzas. Al hacerlo sintió el cordel tocándole por debajo de su mentón y asentándose en su garganta.

Todo se volvió negro.