Terminando con la Amenaza

Torneo Storyline de Enemigo de Mi Enemigo

 

por Rich Wulf

 

Traducción de Mori Saiseki

 

 

 

Un terrible grito resonó por la ruinas de Otosan Uchi, rompiendo el silencio de la tarde. No hubo respuesta por parte de los samuráis reunidos excepto por el silencioso susurro del acero al ser desenvainado de docenas de sayas por toda la formación. Matsu Aoiko miró de reojo al Gran Oso, pero el inmenso hombre parecía no haber escuchado el sonido. La samurai-ko León frunció el ceño, irritada. Era difícil compartir el mando cuando todos — incluso sus propias tropas — miraban a Kisada para que les guiase. No solo era una leyenda, era un dios.

Los gritos se repitieron, y un grupo de hombres aparecieron por encima del montón de piedras caídas y madera podrida más cercano. Los hombres gruñían y echaban espuma por la boca como animales, corriendo a toda velocidad hacia la mayor fuerza de samuráis sin mostrar señal alguna de miedo o incluso de reconocerles.

Aoiko no dudó. Se adelantó y mató al primer hombre en un abrir y cerrar de ojos. Le siguió un segundo, luego un tercero. Eran como animales en más que solo apariencia, sin preocuparse por su seguridad y no tenían habilidades de ningún tipo para luchar. Escuchó una serie de sordos sonidos de fracturas al hacer caer Kisada a cuatro de sus enemigos con un solo golpe de su poderoso tetsubo. Hubo un apagado sonido de cuerdas de arco en las filas que tenía detrás de ella, y luego las criaturas habían desaparecido.

Sezaru se adelantó y se arrodilló para observar los cadáveres. “Carroñeros,” dijo. “Sobreviviendo del cadáver de la ciudad como buitres.” Señaló a una marca que tenían en el cuello. “Marcados en algún tipo de ritual, atados al servicio de Iuchiban. Esto es obra de la marca de Mohai, un peligroso artefacto que trastorna la voluntad de aquellos que son marcados con ella, destrozando sus mentes y reduciéndoles a animales.”

“Asqueroso,” Kisada puso una mueca de asco. “Un artefacto insidioso.”

“Mohai no lo usará más,” contestó Sezaru.

“Entonces pronto nos ocuparemos de su señor,” contestó Kisada, “y destruiremos su obra.”

“Eso es peligroso,” objetó Sezaru. “Los Nemuranai malditos contienen peligrosa magia. Destruirlos despreocupadamente puede liberar sus maldiciones. Deben ser estudiados antes de poder ser destruidos sin peligro.” Se puso en pie. “Primero debemos reunirlos, luego estudiarlos para determinar si deben ser eliminados o preservados, ocultándolos para toda la eternidad.”

Aoiko frunció el ceño. “¿Quién es capaz de esa tarea?”

“Esa es una pregunta a responder en otro momento,” dijo Kisada. “Nuestra caza aún no ha acabado.”

 

 

La amenaza de los Portavoces de la Sangre no ha dejado ningún clan libre de su terror. Todos han sentido el toque corruptor del culto de Iuchiban, e incluso si se consigue derrotar al Portavoz de la Sangre, debe empezar la reconstrucción del Imperio. Pero con el legado de pesadilla de los Portavoces de la Sangre aún diseminada por Rokugan, ¿verdaderamente se puede hacer algún progreso?

La facción que informe de más victorias en este torneo será seleccionada por la Voz del Emperador, Isawa Sezaru, para que recoja y acoja lo que deje tras de si Iuchiban y sus blasfemos escombros. Estudiar estos artefactos será un deber mortífero, pero un deber que el Emperador quiere que se haga, y ningún clan dejará a un lado su responsabilidad. Grandes conocimientos y poder puede derivarse del estudio de estos objetos… o gran corrupción. Si los Shadowlands obtienen la victoria, entonces el Señor Oscuro Daigotsu recogerá el torbellino de la derrota de Iuchiban. Si vencen los Nezumi, entonces los carroñeros encontrarán el mayor de todos los tesoros escondido profundamente bajo las ruinas de Otosan Uchi.