Una Senda de Violencia

 

por Rusty Priske

 

Traducción de Mori Saiseki

 

 

Mes del Jabalí, año 1168

 

            Los Cangrejo miraron colina abajo hacia la pequeña aldea. Remolinos de nieve flotaban sobre el frío suelo y humo colgaba en el aire como si estuviese allí pintado. No se veía aldeano alguno, era como si todos estuviesen agrupados contra el intruso frío.

Hida Sozen nunca apartó sus ojos de la aldea mientras dio las órdenes. Estas eran exactas, dejando poco para la interpretación. Rikyu y Nichie no respondieron otra cosa que una afirmación y se alejaron para preparar sus pequeños pelotones.

Cuando llegó el ataque, menos de treinta minutos después, los Cangrejo golpearon la aldea como una ola. Solo eran una docena, contándolos a todos, más dos yoriki que se quedaron atrás cuando empezó la lucha, pero los Escorpión no se esperaban un ataque a este lugar en estos momentos. La aldea no tenía valor estratégico y el comienzo del invierno no era normalmente el tiempo para empezar una ofensiva. El magistrado de la aldea luchó valientemente, pero no durante mucho tiempo. Nichie y Rikyu atacaron con sus grupos lateralmente mientras Sozen fue con otros tres samuráis por el centro.

Los aldeanos Escorpión no se apartaron ante el asalto. Lucharon con aquellas armas que tenían a su disposición. En un momento, Sozen se vio frente a un grupo de cuatro, armadas con varios instrumentos de cocina. Estaban liderados por un Samurai que no llevaba anagrama ni colores.

Los dos grupos, samuráis y campesinos, se quedaron mirándose, ya que una pausa en la batalla permitió a Sozen y el ronin observarse. “¿Quién eres, quién interpone en el camino de la justicia?” Gritó Sozen al desconocido.

“Soy solo un ronin, señor Cangrejo, que se encontraba en esta aldea. He disfrutado de su hospitalidad y no me gusta ver como se les amenaza.”

Sozen sonrió irónicamente. “Entonces no les veras más.” Avanzó rápidamente hacia el ronin, permitiendo que sus compañeros se ocupasen de los aldeanos, mientras que él se ocupaba de su portavoz. Pero el ronin era algo más rápido, y evitó el primer golpe.

“¿Estás acostumbrado a pelear con ashigaru? Eres un poco lento.” La mofa del ronin llegó a oídos de Sozen pero no le importaron. Atacó por segunda vez, poniendo un poco más de velocidad en su golpe. Esta vez, el ronin lo esquivó y soltó un contraataque, que Sozen esquivó, dando un paso lateral.

“¿Esto es justicia, Cangrejo? ¿En la que asesinas a indefensos aldeanos que no te han hecho ningún mal?”

Los ojos de Sozen se oscurecieron. “¿Te atreves a cuestionar mis intenciones?”

El ronin sonrió burlonamente. “¿Por qué no? Planeas matarme. No creo que un insulto cambie mi destino, para bien o para mal. Además, eres el único que me ha escuchado y estarás muerto en breve.”

“Mi día llegará, pero hoy no, ronin. Tu no eres el que me matará.”

El ronin se rió. “Quizás sea como dices. O quizás mueras a manos de alguien cuyo nombre no conoces.” Esta vez fue el ronin el que atacó, pero Sozen estaba preparado para la ofensiva. Dio un paso lateral y se agachó, mientras golpeaba las piernas de su atacante. El ronin saltó sobre la espada de Sozen, pero el Cangrejo se esperaba exactamente eso y giró su katana mientras invertía el barrido. Cogió al ronin cuando este caía.

Sin pensarlo un momento extra, Sozen se giró y continuó hacia su objetivo.

Cuando no hubo nadie en pie enfrentándose a él – los supervivientes del asalto habían sido reunidos y forzados a sentarse en el centro de la aldea para ver lo que venía a continuación – Sozen sonrió. La sonrisa no era de alegría o maníaca. Era de satisfacción. Abrió el brazo para abarcar toda la aldea y los campos de arroz que la rodeaban.

“¡Quemarlo!” Gritó. “¡Quemarlo todo!”

 

           

Mes del Dragón, año 1165

 

Mirumoto Sozen tiró el pergamino al suelo. “Esto es inútil.”

Togashi Kazuki le miró impasible. “Esa no es forma de tratar la sabiduría. Has tirado el conocimiento reunido por aquellos que siguieron a nuestro señor y kami. ¿Qué piensas que impulsa a un hombre a rechazar la sabiduría venerada por generaciones de sus ancestros?”

Sozen se burló. “Encuentras simbolismo en todo, Kazuki. Incluso en alguien aburrido de estudiar.”

“Es por eso por lo que pedí ser tu tutor. No es común que a un Mirumoto le asignen un tutor Togashi. Nuestro Señor Satsu debe ver algo en ti que los otros no. Cuando el Señor Satsu te dice que estudies las formas de iluminación, ¿las apartas de ti?”

Sozen suspiró. “Nunca se me ocurriría contradecir al Señor Satsu. Solo que no entiendo porque estoy aquí. Soy un guerrero. Deseo defender nuestras montañas y atacar a nuestros enemigos junto a mis hermanos. Con todos mis respetos, Kazuki-san, no soy un monje y no deseo serlo.”

Kazuki asintió. “No me han pedido que te convierta en monje. Se me pidió que fuera tu tutor. Pero no creas que ser un guerrero y comprender las enseñanzas sean mutuamente exclusivas. Soy un samurai, igual que tu, pero camino la senda y estudió las enseñanzas.”

“¿Por lo que debo encontrar la iluminación en estas palabras?”

Kazuki agitó la cabeza. “No busques la iluminación. Busca la inspiración. Y no la busques solo en estos pergaminos. Búscala por todos lados. Si te puedo enseñar algo en el tiempo que pasemos juntos, que sea eso.”

Sozen solo agitó la cabeza.

 

           

Rikyu se abrigó aún más en su túnica, para evitar el frió aire nocturno. Vio los últimos rescoldos de la aldea brillar débilmente contra el frío antes de regresar a su propia hoguera. Nichie empujó indiferentemente la madera del fuego con un palo, haciendo que las llamas se elevasen.

“¿No tienes al menos un poco de frío? Refunfuñó Rikyu, al sentarse junto a ella.

Nichie solo se encogió de hombros. Luego bostezó y dijo, “¿Por qué esta aldea? ¿Te lo ha contado Sozen?”

Rikyu agitó la cabeza. “Sozen no me lo ha dicho, pero he escuchado rumores. Aparentemente, nuestras órdenes no provenían del Señor Kuon, si no de su abuelo.” Los ojos de Nichie se entrecerraron, pero Rikyu rápidamente corrigió su comentario. “Con el acuerdo del Señor Kuon, por supuesto. Creen que los Escorpión han estado detrás de ciertas actividades en las tierras Cangrejo.”

Nichie asintió. “Los intentos de asesinato de los Señores Kuon y Kisada. Si, he oído hablar de ellos.”

“No hay pruebas, por supuesto. Los Escorpión son demasiado escurridizos para que huya. Pero todo el mundo sabe quién está detrás. Por lo que estas incursiones son para recordar al Escorpión que lo sabemos y que lo que hacen no quedará sin castigo.”

“¿Y por qué aldeas insignificantes como esta?”

Rikyu agitó la cabeza. “Ninguna aldea es insignificante para los que allí viven. Pero atacar lugares que no tienen importancia estratégica da al Escorpión la oportunidad de recibir su merecido castigo y que no sientan la necesidad de tomar represalias. También ayuda a nuestros fines, ya que hace que los campesinos se sientan desprotegidos. Un pueblo que no se sienta protegida por su clan no producirá tanto. Es una estrategia a largo plazo. Esta táctica puede no ser sutil, pero si es efectiva.”

Nichie arqueó una ceja. “¿Crees que funcionará?”

“No es asunto mío cuestionar las órdenes de mis superiores. Esas preocupaciones son para alguien de mayor rango que yo. Yo solo sigo órdenes y mato a quien me dicen que mate, sean criaturas de las Tierras Sombrías o campesinos Escorpión.”

Nichie sonrió. “Eres un hombre sencillo. Pero no.”

“¿Dónde está Sozen, en cualquier caso?”

“Meditando por ahí. Siempre lo hace tras una batalla.”

 

           

La Gran Muralla del Carpintero, mes del Caballo, año 1167

 

La katana de Hida Sozen mordió profundamente la carne de un goblin. No se detuvo a ver como caía la criatura y se dirigió hacia la siguiente. Nunca apartando la mirada de sus enemigos, Sozen era consciente de que Hida Nari le flanqueaba, moviéndose por el grupo de goblins con brutal eficiencia. Los dos Cangrejos estaban rodeados por veinte goblins. No era una lucha justa.

“¡Otra gloriosa victoria para el Cangrejo y el Imperio! ¡Estos goblins no volverán a intentar pasar a escondidas la muralla!” El entusiasmo de Sozen podía ser contagioso pero Nari parecía inmune.

“Como tu digas.”

“Venga, Nari-san. Pocas veces he visto a alguien con tu habilidad para luchar. ¿No te emocionas al ver como caen tus enemigos? Su muerte es tu victoria. ¿Qué podría ser más grande?”

Nari se encogió de hombros. “Cumplo con mi deber.”

Sozen la pinchó más. “¿Solo tu deber? ¿No disfrutas con ello?”

Nari miró hacia otro lado. “No.” Se detuvo. “¿Sientes alguna vez que debería haber algo mas que sacarle a la vida? ¿Qué debería haber algún propósito más profundo?”

“¿Un propósito mayor que el servir al clan?”

“No quiero decir que en vez de servir al clan. Solo que debería haber algo más. ¿Es que esto es todo lo que hay para mí? ¿Es la violencia mi único destino?”

Sozen sonrió con suficiencia. “Ahora suenas como algunos que conocía en el Dragón. Hablaban sobre el despertar espiritual y sendas de iluminación y vocaciones mayores y cosas parecidas. Yo lo encontré horriblemente aburrido. Pero recuerdo bien que había un monje. Me dijo que puedes encontrar la inspiración en todo. Entonces no entendí lo que quería decir, pero ahora si. Mira esta planta.” Sozen se agachó y cogió los restos de unas hierbas que había sido arrancada durante la pelea.

Nari la miró. “¿Qué tiene de especial? Está muerta y no servía para nada cuando estaba viva. ¿Esperas que encuentre inspiración en eso?”

Sozen se encogió de hombros. “Kazuki pensaba que se podía. Solo es cuestión de encontrar cual es la inspiración. Si descifras eso, tendrás tus respuestas.”

Nari agitó la cabeza. “Solo es una hierba muerta.”

“Si. Lo que Kazuki quería decir no era siempre muy claro.” Sozen miró la hierba y luego, tranquilamente, el cuerpo de un goblin que había cerca. Su cráneo había sido abierto por una katana, aunque no estaba claro si había sido la de Sozen o la de Nari. Sozen vio la sangre y vísceras en un charco alrededor del cuerpo, y la expresión de asombro, con los ojos muy abiertos, congelada en la cara del desdichado.

Sozen miró a los ojos de la criatura muerta. En ese momento vio toda su vida, y su muerte. Vio que toda su existencia le había llevado a este lugar, y que su muerte solo era la siguiente fase de su viaje. Vio todos los posibles resultados de la vida del goblin. Cada una, desde la más trágica a la más gloriosa, terminaba en la muerte de la criatura. Todos los demás futuros iban desapareciendo hasta que el goblin yacía a los pies de Sozen. Lo inevitable había ocurrido y el goblin había muerto aquí y ahora.

Sozen miró la hierba y luego al goblin. Las cejas del Cangrejo se elevaron y abrió la boca, sorprendido. Empezó a sonreír.

 

           

Sozen caminó hasta la hoguera. “Poner guardias y dormir algo. Al amanecer inspeccionaremos la aldea para asegurarnos que nuestros objetivos se han realizado completamente. Entonces nos iremos. Tenemos más objetivos, y por como huele el aire, esta noche nevará mucho. Viajaremos despacio.”

Rikyu asintió. “Hai, Sozen-san.”

“¿Cuántas aldeas debemos destruir, Sozen-san?” Preguntó Nichie.

“Tantas como hagan falta para que el Escorpión comprenda que estamos en serio.” Sozen sonrió. “Nuestra causa es justa, Nichie-san. El Escorpión intentó traer la muerte, a su manera, pero no tuvieron éxito. Nosotros actuamos a nuestra manera y tenemos éxito. Es nuestro deber proseguir.”

“Nunca puse en cuestión nuestro deber, Sozen-san. Solo que no estoy acostumbrada a incursiones contra objetivos tan ligeramente defendidos.”

“Recuerda Nichie que nosotros cumplimos nuestros destinos cuando nuestra espada complete su tarea, sea o no sea difícil esa tarea.”

La mujer ladeó la cabeza. “¿Destinos?”

Sozen sonrió. “Todos tenemos que desempeñar un papel en el universo, Nichie-san. Esto es lo que no estoy seguro que comprendiese mi antiguo clan. Se pasaban el tiempo intentando descubrir e secreto de la iluminación.”

Rikyu se encogió de hombros. “Un objetivo razonable, si es que no hay cuestiones más importantes de los que ocuparse.”

“No hay cuestiones más importantes que comprender y aceptar tu lugar en el universo, Rikyu-san. Aunque no podía seguir la senda del Dragón, el que ellos pensasen que la búsqueda de la iluminación fuese su fin era en si mismo lo importante. Desde mi punto de vista solo eran un dragón persiguiendo su propia cola. Si la iluminación es, como he descubierto, la verdadera comprensión de tu papel en el universo, y ellos dicen que su fin es descubrir la iluminación, entonces ellos dicen que su fin es descubrir su fin. ¿Cómo puedes obtener una respuesta a una pregunta así?”

“No estoy seguro de cual es la pregunta.”

“Exactamente.” Sozen asintió. “El comprender la pregunta es crucial si quieres encontrar la respuesta.”

Nichie miró Sozen inexpresivamente mientras Rikyu se reía en voz baja. “Adivinanzas. Puedes quitar el samurai del Dragón, pero no puedes quitar el Dragón al samurai.”

Sozen se rió. “Supongo. No creo que la senda del Dragón no tenga su mérito. Solo que no era mi senda. Si grandes hombres como Kaiu Sugimoto nos han enseñado algo es que la senda de la iluminación no es algo que pueda ser trazado, ya que los cruces de caminos no son los mismos para cada persona. De hecho, dudo que pueda ser la misma para dos personas cualesquiera.”

“Entonces,” preguntó Nichie, “¿cuál es la pregunta?”

“¿No lo entiendes? No puedo contestarte a ello por ti. Por lo que yo sé, es diferente para cada persona. Te puedo decir cual fue para mí. La pregunta fue, ‘¿cuál es tu papel en el universo? ¿A qué fin sirves?’ Cuando me di cuenta de eso, el universo se abrió para mi.”

“¿Cómo encontraste tu fin?”

“Me di cuenta que hay ciertas cosas que ocurren en la naturaleza y en el mundo que nos rodea que no pueden cambiar. Las cosas nacen. Viven. Mueren. Cada ser vivo tiene una vida que vivir, desde la criatura más inferior al propio Emperador. A veces es mi trabajo acabar con esa vida. Uso mi espada para matar a goblins, o a esos campesinos Escorpión cuando se interponen en nuestros objetivos, o a quien se me ordena matar.”

Nichie arqueó una ceja. “Haces que parezca tan simple.”

Sozen sonrió. “Una vez que me di cuenta de cual era mi fin, era realmente así de simple. La pregunta difícil fue porque me llevó tanto darme cuenta de lo que era tan evidente.”

 

           

Bayushi Paneki estaba sentado con las piernas cruzadas, ante la mesa. Cogió un pequeño bol y diestramente agarró un trozo de pescado de entre el arroz con sus palillos.

“Entra. No te quedes ahí fuera si tienes algo que informar.”

Shosuro Ohan apartó hacia un lado los paneles de shoji y entró en la habitación, tras la orden de su campeón. Volvió a juntar el panel antes de hacer una profunda reverencia y decir, “Mis disculpas, Señor Paneki, pero no quería interrumpir vuestro almuerzo.”

Paneki asintió a la atractiva cortesana. “Aprecio tu educación, Ohan-san, pero puedo comer mientras escucho tu informe.”

Ohan volvió a inclinarse. “Por supuesto, Paneki-sama. Parece ser que algunos de nuestras poblaciones de sur han sido atacadas por los Cangrejo.” La ceja de Paneki se elevó mientras Ohan continuaba. “Los ataques de los invasores han sido hechos por pequeños grupos que atacan nuestros poblados y los queman, así como las cosechas, dejando algunos supervivientes, pero nada más de valor.”

Paneki distraídamente cogió algo de arroz de su bol. “¿Qué información tenemos? ¿Quién está al mando de estas incursiones?”

“Como sabéis, Paneki-sama, hemos colocado a un representante en cada uno de los poblados a lo largo de la frontera Cangrejo, para vigilar. Estos samuráis se hacen pasar por ronin, para no alertar a los Cangrejo de nuestro interés.”

Paneki asintió. “Si, por supuesto. Valoro la discreción de los Shosuro en ese tipo de asuntos.”

Ohan asintió. “Aunque estos hombres han muerto durante los ataques, cada uno ha mandado un informe con un aldeano, con tanta información como pudo reunir antes de que atacasen los Cangrejo. Los atacantes, por supuesto, pensaban que estaban tomando estos poblados por sorpresa, por lo que no creyeron que los mensajes habían sido enviados.”

Paneki movió su comida e hizo un gesto para que Ohan continuase.

“Juntando estos informes, sabemos que estas incursiones están siendo lideradas por Hida Sozen, pero han sido ordenadas por el Gran Oso. Parece que el abuelo del campeón Cangrejo ha hecho algunas acusaciones sin fundamento contra nosotros, diciendo que hemos atentado contra su vida, y desea atacarnos.”

Paneki agitó la cabeza. “Siempre que algo les amenaza y no lo pueden comprender, algunas personas desean echar la culpa al Escorpión. Ese es nuestro destino. Cuando lo dice un hombre que llevó a alguien que abiertamente sirve al Señor Oscuro ante la presencia del Emperador, esas acusaciones no nos conciernen. Gracias, Ohan-san. Aprecio el sacrificio de los Shosuro en los poblados.”

Ohan se inclinó. “Cumplimos con nuestro deber, Señor Paneki.”

El campeón Escorpión comió otro trozo de pescado mientras Ohan cerraba el panel tras ella. Mientras masticaba, parecía pensativo.

Luego sonrió.