Voluntad de Hierro

 

por Shawn Carman & Fred Wan

 

Traducción de Mori Saiseki

 

Kyuden Doji, año 1168, mes del Buey

 

         Doji Domotai entró en una de sus salas privadas de audiencia y se quitó el yelmo, agitando la cabeza para liberar su pelo, corto y teñido de blanco. A pesar de la cicatriz que estropeaba sus perfectos rasgos, seguía teniendo el aspecto de alguien demasiado joven para un puesto de tanta importancia como Campeón del Clan Grulla. Era irónico, quizás, porque últimamente se sentía muy, muy vieja.

         “Domotai-chan,” dijo una voz.

         Ella levantó la vista y sonrió. “Kusari,” dijo. “Pensaba que no regresarías de la costa hasta mañana.”

         “Llegué hace muy poco tiempo,” dijo Doji Kusari. “Terminé pronto con las negociaciones y... estaba preocupado por ti.”

         Domotai no pudo menos que sentir un gran agradecimiento ante esas palabras, mucho más debido a su educación León. Esas cosas eran difíciles para él, y para ella también, a decir verdad. Después de todo, ella había entrenado con los Matsu. “Estoy bien,” dijo ella, “pero agradezco que te preocupes por mi.”

         “¿La batalla?” Preguntó.

         Ella suspiró y puso su yelmo sobre una baja mesa. “Tan bien como podía esperarse,” dijo ella. “El frente está paralizado por el inicio del invierno. Ni nosotros ni los Dragón pueden hacer avances significativos sin arriesgarnos a que un repentino temporal deje atrapado a nuestras fuerzas sin cobijo ni suministros. Así será durante al menos un mes, o quizás más.”

         “El invierno acabará con ella,” dijo Kusari. “Los Dragón no pueden aguantar mucho tiempo tras un invierno atrapados en las montañas. No tienen los suministros para sobrevivir al invierno y lanzar una ofensiva cuando llegue el deshielo.”

         “Si esta guerra nos ha enseñado algo, debería ser que los Dragón no son previsibles,” dijo sombríamente Domotai. “Su fuerza está en la sorpresa más que en otra cosa.”

         “Es verdad,” admitió Kusari. “¿Qué hay de los Daidoji?”

         Domotai hizo una mueca. “Son... difíciles. Obedecen órdenes, como siempre, pero la caída en desgracia de Kikaze parece haber aplastado su espíritu. Algunos luchan por recuperar su honor, mientras que otros parecen solo esperar la muerte en la batalla.”

         “Deathseekers entre los Grulla,” dijo Kusari. “Que yo viviese para ver algo así... sorprendente.”

         “Estoy bastante segura que seré recordada como la Campeona que hizo caer en desgracia a los Grulla de Hierro,” dijo Domotai. “Que legado para dejar a nuestros hijos. Mi padre estaría muy orgulloso.”

         “Siempre estás muy amargada cuando las maniobras van mal,” observó Kusari. “Han debido verse interrumpidas por la nieve.”

         Ella le miró mal durante un momento, y luego miró hacia otro lado y sonrió, agitando la cabeza. “Eres tan perspicaz. Quizás debería haberte enviado a la Corte de Invierno.” Su sonrisa se desvaneció cuando ella le volvió a mirar y vio la solemne expresión que él tenía. “¿Qué ha pasado?” Preguntó ella. “¿Algo en la corte?”

         “Nada insuperable,” dijo lentamente. “Hubo... digamos que un incidente. Nada más y nada menos que con el Canciller Imperial.”

         “¿Kaukatsu?” Preguntó Domotai. “¿Qué ha pasado?”

         “Está algo turbio,” dijo Kusari lentamente. “Parece ser que uno de los representantes Grulla más viejo respondió mal a las manipulaciones de Kaukatsu. Tuvo algún tipo de problema, e hizo algunas declaraciones públicas que nos dejaba en mal lugar.”

         Domotai maldijo. “¿Quién fue? ¿No sería Seishiro?”

         “No,” contestó Kusari. “parece que Seishiro y su sobrina han intentado controlar la situación. El responsable ha cometido seppuku, y Seishiro ha hecho una pequeña oferta de disculpa a los Escorpión.” Se preparó visiblemente. “Parte de la cual sin duda encontrará el camino a tierras Dragón.”

         Domotai maldijo mucho más alto. “¿A qué juega Kaukatsu?”

         “Por lo que parece, parece querer enfrentar a la Emperatriz contra el Shogun.”

         Ella agitó la cabeza. “No, quiere enfrentar a sus partidarios entre si.”

         Kusari asintió. “Es posible que sea así. En cualquier caso, está creando un entorno político que se adecua casi totalmente a sus necesidades. A cada día que pasa controla más de lo que pasa en la corte. Muy pronto será un oponente al que no se le podrá vencer.”

         “No lo creo,” dijo Domotai. “Otomo Hoketuhime es una de nuestras mejores aliadas. Si nos apoyamos en ella, ni siquiera Kaukatsu podrá atacarla abiertamente.”

         Su esposo lo consideró durante unos momentos. “Una jugada peligrosa, poner todo nuestro apoyo sobre un solo individuo. Hoketuhime no es una mujer joven.”

         “Ella es lo suficientemente joven,” dijo Domotai. “Con los Grulla, será incluso más fuerte.”